La importancia de una correcta evaluación de la resistencia es fundamental para poder certificar cuál va a ser el tiempo que la construcción será capaz de mantener su integridad y características mientras está expuesta a temperaturas superiores a los 1000ºC. Además, también es importante de cara a la seguridad contra incendios determinar cuál es la resistencia ante la estanqueidad del humo o la radiación.
Para simular las condiciones de temperatura que se alcanzan en los incendios se emplean las llamadas curvas de calentamiento, y se utilizará una u otra según el escenario de incendio que se tome como referencia. Estos ensayos se llevan a cabo en hornos especiales donde se instalan unos bastidores con las muestras constructivas.
Elementos que se miden para la determinación de la resistencia al fuego
- «R: Capacidad portante del elemento»: determina la capacidad de soportar la exposición al fuego en varias caras durante un periodo determinado de tiempo y sin que haya pérdida de la estabilidad estructural. Los criterios proporcionados para evaluar un colapso inminente variarán en función del tipo de elemento portante.
- «E: Integridad del elemento»: es la capacidad de la construcción de soportar la exposición al fuego solamente en una cara, sin que ésta facilite la transmisión del fuego a la cara no expuesta al incendio. Para valorar dicha integridad se debe prestar especial atención a que las dimensiones de las grietas, la ignición de una almohadilla de algodón o la llama mantenida en la cara no expuesta.
- «I: Aislamiento térmico»: mide la capacidad de soportar la exposición al fuego en un solo lado de la estructura, sin que haya transmisión del incendio hacia la superficie no expuesta, ni hacia cualquier material próximo a esa superficie. Se debe prestar atención a la temperatura media de la cara no expuesta y a la temperatura máxima ya que dicha construcción debe funcionar como una barrera para el calor.
Por otro lado, según el tipo de material se pueden requerir otros parámetros adicionales para evaluar mejor su resistencia al fuego y asegurar su comportamiento frente a los incendios. Estos son: la «radiación-W» (que no debe exceder 15 kW/m2), el «cierre automático-C» (para el caso de puertas y ventanas automáticas); la «estanqueidad al humo-S» (la capacidad de reducir o eliminar el paso de los gases); la «acción mecánica-M» (comportamiento del elemento constructivo para soportar impactos); la «resistencia al fuego de hollín-G» (en el caso de chimeneas); o la «aptitud de protección ante el fuego-K» (en el caso de los revestimientos de paredes y techos).
Todas estas evaluaciones sobre la resistencia al fuego vienen reguladas por los siguientes apartados de las normas internacionales: UNE-EN 13501-2+A1; UNE-EN 13501-3:2007+A1:2010; UNE-EN 13501-4 sobre “Clasificación en función del comportamiento frente al fuego de los productos de construcción y elementos para la edificación».